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Álex Palou celebra su victoria en las 500 millas de Indianápolis. Reuters

Álex Palou, primer español que gana las 500 millas de Indianápolis

El piloto catalán, que ya se ha proclamado tres veces campeón de la IndyCar, se impuso a Marcus Ericsson para llevarse la legendaria carrera en el óvalo más famoso del mundo

David Sánchez de Castro

Domingo, 25 de mayo 2025, 23:17

Álex Palou escribió una nueva página en la historia del deporte español. El de San Antonio de Vilamajor se convirtió en el primer español en conquistar una de las tres joyas de la Triple Corona del automovilismo mundial, posiblemente la más esquiva: las 500 millas de Indianápolis. El tres veces campeón de la IndyCar se ha quitado la espina que le quedaba de haber logrado el título sin haber conquistado el legendario óvalo, el 'brickyard', con lo que culmina una carrera en la que rozó la Fórmula 1 sin necesidad de alcanzarla.

Palou se hizo gigante en la carrera en la que se forjaron leyendas como Mario Andretti, A.J. Foyt, Al Unser o Helio Castroneves, pero también donde pilotos con más pedigrí internacional, como Fernando Alonso, fracasaron estrepitosamente. El óvalo de Indiana es, posiblemente, uno de los más caprichosos para elegir a sus ganadores.

En esta edición, Palou partía desde la pole y como gran favorito. El barcelonés lleva siendo la referencia desde hace varias temporadas, y junto al equipo de Chip Ganassi ha formado una dupla temible que incluso le ha hecho dejar de lado los cantos de sirena de la Fórmula 1, que desde McLaren le llamaban con tímidos gritos. La amenaza de lluvia, que apareció de manera muy escueta, hizo temer que incluso no se llegara a disputar la carrera.

Palou sabía que su carrera no iba a estar completa hasta ganar esta prueba. «No me lo creo. Estoy reventado de cansancio, pero esta ha sido una carrera alucinante», decía casi sin aliento después de una carrera en la que las circunstancias no fueron fáciles. Todo se consumó a falta de 14 vueltas, en un quinteto que compartía con Marcus Ericsson, expiloto de F1 y ganador de las 500 millas de Indianápolis en 2022, David Malukas, Pato O'Ward y Félix Rosenqvist. Los cinco partían con serias opciones, pero fue Palou el que echó el resto y se atrevió a quitarse de encima al sueco en el momento crítico. La estrategia le benefició: el equipo supo cómo y cuándo debía parar a repostar, algo que para los que siguen la Fórmula 1 les parece ciencia ficción pero que en Estados Unidos se sigue manteniendo. En Indianápolis es, además, clave para quienes quieren ganar: ahorrarse una parada, por ejemplo, es crítico.

Palou, además, supo esquivar los incidentes y tirar de cabeza desde el inicio. Esta edición comenzó ya con lío desde la vuelta de formación, cuando Roberto Guerrero se chocó sin que ni siquiera se hubiera dado la salida. Nervios para arrancar mientras dos espectaculares helicópteros del ejército de Estados Unidos les hacían el pasillo de honor en el inicio. Después fue el turno de Marco Andretti, Rinus VeeKay, Schwartzmann -que se llevó por delante incluso a tres de sus mecánicos en un repostaje-, Kyle Larson o el mismísimo Josef Newgarden, ganador de las dos últimas ediciones de las 500 millas. Todos ellos vivieron en sus carnes una carrera difícil, marcada por el fuerte viento y una temperatura sorprendentemente baja para lo que estaban acostumbrados a pilotar, especialmente los más veteranos.

Aquí es donde Palou echó el resto. Acusado en demasiadas ocasiones de ser un piloto casi imbatible en circuitos ruteros -para los neófitos en la IndyCar: más parecidos a los de Fórmula 1- pero más débil en los óvalos, tiró de cabeza y atacó solo cuando debía. Se puso líder hasta en tres ocasiones, con punto especial en la penúltima parada de su estrategia, cuando se asentó en la parte alta para luchar por la victoria. Una vez que se vio en esa lucha, tocó ahorrar para pasar justo al final con todo el tanque de combustible lleno y dejar a sus rivales sin opciones. Ese momento, a falta de 14 para el final, fue cuando se dio cuenta de que ya podía proclamarse campeón de las 500 millas.

Un camino poco ortodoxo

En un domingo francamente olvidable en el GP de Mónaco, una de las tres puntas de esa Triple Corona -la otra son las 24 horas de Le Mans-, para los españoles, Palou se alzó como la leyenda que ya se presuponía desde hace años. Bien se mereció ese baño en leche, el champán de la Indy con la que, por tradición, festejan los campeones en el óvalo. La suya, entera, nada de semidesnatadas o similares. El suyo será el rostro que esculpan en uno de los trofeos más míticos ya no del automovilismo, sino del deporte mundial, el Borg-Warner. El prometedor piloto que salió de la cantera de Campos Racing -como tantos otros-, pero que tuvo que mudarse a Japón porque no tenía hueco, que intentó llamar a la escalera de la Fórmula 1, pero solo le dejaron tocarla con los dedos antes de vomitarle, y probó, casi de rebote, en Estados Unidos, acaba de hacer historia para el deporte español. Álex Palou Montalbo, tras ser segundo en 2021, cuarto en 2023 y quinto en 2024, se proclamó, por fin, ganador de las 500 millas de Indianápolis en 2025.

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